tisdag 31 oktober 2017

TESTIGOS DE LA RESURRECCIÓN -[DOCUMENTAL: PAPIRO 64]



TESTIGOS DE LA RESURRECCIÓN (DOCUMENTAL)



Documental en el que el experto papirólogo alemán Carsten Peter Thieder (1952-2004) plantea la hipótesis, en base al análisis paleográfico, que el fragmento del Evangelio según San Mateo contenido en el Papiro 64, adquirido por Charles Huleatt (1863-1908) en Egipto, sea anterior al año 70. Ello abriría la posibilidad de que dicho Evangelio, no fuese solamente el más antiguo de los Canónicos, y por extensión, de todos los conocidos, sino que, además, su autor podría haber reflejado en su trabajo el testimonio directo de contemporáneos del propio Jesús de Nazaret.

Según Thiede, el fortalecimiento de la fe que buscan los Evangelios no se sustentaría sobre leyendas, sino sobre hechos históricos. Así, el Jesús histórico y el Cristo de la fe serían las dos caras de la misma moneda.


Graham Stanton (1940-2009) discrepa, sin embargo, de la interpretación de estas pruebas papirológicas y rechaza la datación de Thiede en base a dos razones. En primer lugar, considera que la comparación papirológica de Thiede debería limitarse únicamente a papiros encontrados en Egipto, si bien se alega, en contra de tal razonamiento, que el papiro podría haber sido previamente transportado a Egipto después de su redacción. También considera Stanton que Thiede exagera el grado de similitud del Papiro 64 respecto de los otros documentos con los que establece la comparación. 

En cualquier caso, la datación no afectaría necesariamente a la exactitud de la veracidad histórica de los Evangelios, ya que muchas veces los testigos oculares no se ponen de acuerdo respecto a los hechos acaecidos, pudiendo dar lugar a relatos distintos sobre los mismos. Así, las sanaciones podrían explicarse en base a que Jesús tendría verdaderamente dotes curativas. Más problemáticos de explicar resultarían los milagros naturales (calmar las tempestades, caminar sobre las aguas) o los de tipo alimenticio. En este sentido, la historia del milagro de los panes y los peces ha de interpretarse simbólicamente y no literalmente.



söndag 29 oktober 2017

ANTONIO PIÑERO: LA RESURRECCIÓN [ÁGORA-ENTREVISTA]



El fenómeno de la resurrección de Jesús de Nazaret no puede ser considerado como un hecho histórico ya que la historia tiene como objeto hechos repetibles y comprobables, ello sin perjuicio de que esté testimoniada en los Evangelios, y de las creencias de cada persona.
No obstante, sí que se puede constatar históricamente la firme creencia de los primeros cristianos de que Jesús, tras haber muerto de forma infamante en la cruz, había resucitado y vivía entre ellos. La convicción de los primeros discípulos en el sentido de que el Maestro había resucitado proviene de su pleno convencimiento de que, pese a todo, él era el Mesías y que si su muerte había impedido el plan divino de salvación, a la vista de la profecía del Segundo Isaías sobre el Justo Sufriente, se podía inferir de manera espontánea, que un futuro mesías asesinado injustamente podría resucitar.

No puede considerarse como verdad histórica la cita de Pablo de Tarso (I Corintios, 15,1-7) sobre la aparición de Jesús resucitado a quinientas personas –después de aparecerse a Santiago y a Cefas-, sino como perteneciente al ámbito de lo legendario y, en todo caso, a las experiencias personales del apóstol. Se trata ésta de la primera rama legendaria sobre apariciones de Jesús de Nazaret resucitado. La segunda rama es la del Evangelio de San Juan que narra la aparición de Jesús resucitado a María Magdalena, que se contradice con la anterior. Tampoco es seguro de que no pueda haber alucinaciones colectivas.

Los Evangelios sugieren que los discípulos varones no creían, al principio, en el fenómeno de la resurrección de Jesús, en contraste con el hecho de que, según la segunda rama, las primeras apariciones fueron a mujeres, las cuales devendrían las transmisoras de este fenómeno. Esta tradición podría fundamentarse en que, quizás, la idea de la resurrección de Jesús surgió entre las mujeres y posteriormente, se extendería a los hombres. Ello es psicológicamente explicable dentro de lo que puede considerarse el proceso de duelo de una mujer que siente como vivo al hombre que acaba de perder.

La historia de la tumba vacía es contradictoria y objeto de un proceso altamente inflacionario, desde la parquedad de Marcos hasta el detallismo de Juan. Además, se acostumbraba a enterrar a los peregrinos pobres que morían durante la Pascua en tumbas, a tal efecto dispuestas. Incluso cabe la posibilidad de que fuese enterrado en una fosa común y los romanos no considerasen necesario exhibir el cuerpo muerto de Jesús porque, a pesar de todo, estimaban que los seguidores de Jesús eran un movimiento de poca importancia que se disolvió poco después de su ejecución pública. Además, exhibir un cuerpo muerto durante el tiempo de la Pascua era una temeridad desde el punto de vista del orden público, ya que suponía violar la pureza del lugar y del período.

En todo caso, hay que considerar todos estos relatos en el marco altamente contradictorio, ya no sólo de la resurrección de Jesús, sino del descendimiento de la cruz y de su entierro. También hay que tener en cuenta las profundas contradicciones sobre el lugar (Galilea-Judea) y el tiempo (3-40 días).

La predisposición a morir, por parte de los discípulos, ante la creencia de la resurrección es un argumento sumamente especulativo que cabe enmarcar en el contexto de una espiritualidad determinada y en una concepción del mundo mitológica que cabe considerar, hoy día, como superada. Cabe señalar que, actualmente, ciertos fanáticos de determinadas religiones están dispuestos a morir por su fe, sin que ello represente argumento justificativo de verdad histórica alguna.

Dentro del ámbito específico del judaísmo, una cosa es la creencia general de la resurrección de todos los muertos al final de los tiempos, previa al juicio final; y otra es la creencia de la resurrección de un muerto, que aparece únicamente en el apócrifo conocido como Apocalipsis de Baruc, o el anteriormente mencionado fragmento del JustoSufriente del Segundo Isaías (Isaías 53).

En cualquier caso, desde un punto de vista histórico-crítico, cabe considerar, finalmente, las predicciones del propio Jesús sobre su resurrección como no efectuadas por él mismo, sino como posteriormente añadidas por los evangelistas, y puestas en su boca.

Gran parte de los datos de esta conferencia están recogidos y ampliados en las obras de D. Antonio Piñero Los cristianismos derrotados y Guía para entender el Nuevo Testamento.




El Nuevo Testamento fue escrito hace casi dos mil años desde una mentalidad y en un contexto muy distintos de los de hoy en día. A pesar de que la vida cultural y religiosa de Occidente está impregnada de ideas y concepciones que derivan de él, su texto aparece lleno de incógnitas y de «trampas» para el lector actual. La presente obra está concebida como Guía, sencilla en lo posible, que expone las claves de lectura e interpretación de cada uno de los 27 libros que componen el Nuevo Testamento. Su primer objetivo es comprender lo que quiso transmitir cada uno de estos escritos cuando se compuso y cómo debieron entenderlos los primeros lectores a los que fueron dirigidos. A lo largo de este itinerario, se intenta dar respuesta a las preguntas más comunes suscitadas por la lectura del Nuevo Testamento: ¿cómo se formó?; ¿cómo ha llegado hasta nosotros?; ¿se ha transmitido correctamente?; ¿son fieles las iglesias a la hora de reproducir el texto y de traducirlo? Y a algunos otros interrogantes de importancia como son: ¿podemos reconstruir fielmente la figura del Jesús histórico base del Nuevo Testamento?; ¿por qué tenemos cuatro evangelios?; ¿es Pablo el fundador del cristianismo?; ¿cómo fue progresando la Iglesia a medida que pasaban los años tras la muerte de Jesús? Esta Guía no está compuesta desde un punto de vista confesional. Su acercamiento a los textos es histórico y literario. Es respetuosa con las creencias, pero no se siente ligada a ellas, sino al intento de explicar por qué surgió el Nuevo Testamento y cómo puede comprenderse. 

guia para entender el nuevo testamento (4ª ed.)-antonio piñero-9788481648324
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lördag 28 oktober 2017

ANDRÉS TORRES QUEIRUGA: REPENSAR LA RESURRECCIÓN [LIBROS-PRESENTACIÓN]

Andrés Torres Queiruga: La Resurrección (parte I)







La resurrección constituye una de las marcas más decisivas del cristianismo. Cada vez que se produce un cambio cultural importante vuelve a considerarse el problema de su comprensión, de modo que desde el nacimiento de la crítica bíblica y la entrada de la Modernidad la concepción cristiana ha estado en el centro de la polémica. El planteamiento de este libro se sitúa intencionadamente en este contexto. Mediante una atención prioritaria a los datos histórico-exegéticos, de un lado, y al pensamiento actual, por el otro, propone un "repensamiento global" de la cuestión, atendiendo a esa difícil dialéctica que busca la "diferencia cristiana" no en la contraposición con las demás religiones y con la cultura secular, sino en el diálogo abierto y en la continuidad de las intenciones profundas.

ISBN: 978-84-8164-767-9
376 páginas
3ª edición
Fecha de publicación: enero 2005
Encuadernado en Rústica
Dimensiones: 140 x 230 mm, peso 550 g

Reseña:
El blog de Antonio Pinero: Repensar la resurrección. Sobre un libro de Andrés Torres Queiruga(I), (II), (III)
El blog de Antonio Pinero: 

El blog de Antonio Piñero: La fe en la resurrección: convicción "mayéutica", no salto ciego. Réplica de Andrés Torres Queiruga




ANTONIO PIÑERO: GUÍA PARA ENTENDER A PABLO DE TARSO (VI): LA PRIMERA CARTA DE PABLO DE TARSO A LOS CORINTIOS [ÁGORA-ENTREVISTAS-GABRIEL ANDRADE]

           Ágora: Primera Carta de Pablo de Tarso a los Corintios



"Guía para entender a Pablo de Tarso" por D. Antonio Piñero.

No está todo dicho sobre Pablo de Tarso a pesar de que desde san Agustín, y principalmente desde Martín Lutero y la Reforma, se hayan escrito centenares de libros sobre él. Ni siquiera queda claro, como se afirma con rotundidad, que Pablo fuera el «segundo fundador del cristianismo» ni tampoco un fariseo estricto como él mi smo sostiene en apariencia. Desde 1970 ha surgido una potente y nueva corriente de interpretación de la teología de Pablo, a cuyo frente están sobre todo teólogos evangélicos independientes e historiadores judíos del pensamiento israelita, que pone en cuestión opiniones aparentemente asentadas durante siglos: ¿Puede sostenerse hoy que todo o parte de Pablo ha sido malentendido durante más de quince siglos? ¿Fue el pensamiento de Pablo exclusivamente judío a pesar del entorno de su nacimiento y formación escolar en un mundo griego? ¿Abandonó Pablo la ley judía? O bien ¿se comportó siempre, incluso externamente, como un judío practicante? ¿Es posible defender que paganos y judíos se salvan no por creer en Jesucristo, sino por imitar sus actos de fidelidad? ¿Rompía la posible divinización de Jesús por parte de Pablo el monoteísmo estricto de Israel?


El autor, Antonio Piñero (Chipiona, Cádiz, 1941) es catedrático de Filología Griega de la Universidad Complutense de Madrid, especializado en lengua y literatura del cristianismo primitivo. 

Es autor e escritor de numerosas obras en el ámbito del cristianismo y judaísmo. Junto a su prestígio internacional como investigador, destaca su faceta de comunicador, atestiguada por millones de personas.          

JOSÉ ALFREDO GONZÁLEZ CELDRÁN: MOISÉS. SOBRE LA IDENTIDAD HISTÓRICA DEL MOISÉS BÍBLICO [LIBROS (PUNTO DE LECTURA)]

Portada de Moisés : sobre la identidad histórica del Moisés bíblico

Moisés. Sobre la identidad histórica del Moisés bíblico-José Alfredo González Celdrán (Editorial Dilema, 2016)


La figura de Moisés es uno de los pilares fundamentales sobre los que se sostiene no sólo el judaísmo, sino también, aunque quizás en menor medida, el cristianismo y el islam. Junto a Abrahán, el padre de un gran pueblo, y David, el rey elegido por Dios al que prometió que jamás apartaría de su descendencia el cetro, Moisés es la «causa de la identidad religiosa», el gran legislador que transmite a Israel el código de conducta que deberá regir la relación entre la divinidad y su pueblo, razón por la cual durante siglos se lo consideró autor de los cinco libros de la Torá, la Ley, y aún hoy sigue gozando de esta fama en los círculos ortodoxos judíos y cristianos, pese a que la crítica textual moderna ha desmontado convincentemente esta creencia. La autoridad moral para dictar esa ley le viene dada a Moisés por haber sido –según tradición inveterada de siglos– el instrumento empleado por Dios para sacar a su pueblo de Egipto y liberarlo de la esclavitud (...).


fredag 27 oktober 2017

JAVIER ALONSO: EL ÉXODO (GABRIEL ANDRADE).







La figura de Moisés es uno de los pilares fundamentales sobre los que se sostiene no sólo el judaísmo, sino también, aunque quizás en menor medida, el cristianismo y el islam. Junto a Abrahán, el padre de un gran pueblo, y David, el rey elegido por Dios al que prometió que jamás apartaría de su descendencia el cetro, Moisés es la «causa de la identidad religiosa», el gran legislador que transmite a Israel el código de conducta que deberá regir la relación entre la divinidad y su pueblo, razón por la cual durante siglos se lo consideró autor de los cinco libros de la Torá, la Ley, y aún hoy sigue gozando de esta fama en los círculos ortodoxos judíos y cristianos, pese a que la crítica textual moderna ha desmontado convincentemente esta creencia. La autoridad moral para dictar esa ley le viene dada a Moisés por haber sido –según tradición inveterada de siglos– el instrumento empleado por Dios para sacar a su pueblo de Egipto y liberarlo de la esclavitud. (...)

torsdag 26 oktober 2017

ANTONIO PIÑERO: GUÍA PARA ENTENDER A PABLO DE TARSO (V): LA CARTA DE PABLO DE TARSO A LOS GÁLATAS [GABRIEL ANDRADE].

                            Ágora: Carta de Pablo de Tarso a los Gálatas

 

"Guía para entender a Pablo de Tarso" por D. Antonio Piñero.

No está todo dicho sobre Pablo de Tarso a pesar de que desde san Agustín, y principalmente desde Martín Lutero y la Reforma, se hayan escrito centenares de libros sobre él. Ni siquiera queda claro, como se afirma con rotundidad, que Pablo fuera el «segundo fundador del cristianismo» ni tampoco un fariseo estricto como él mi smo sostiene en apariencia. Desde 1970 ha surgido una potente y nueva corriente de interpretación de la teología de Pablo, a cuyo frente están sobre todo teólogos evangélicos independientes e historiadores judíos del pensamiento israelita, que pone en cuestión opiniones aparentemente asentadas durante siglos: ¿Puede sostenerse hoy que todo o parte de Pablo ha sido malentendido durante más de quince siglos? ¿Fue el pensamiento de Pablo exclusivamente judío a pesar del entorno de su nacimiento y formación escolar en un mundo griego? ¿Abandonó Pablo la ley judía? O bien ¿se comportó siempre, incluso externamente, como un judío practicante? ¿Es posible defender que paganos y judíos se salvan no por creer en Jesucristo, sino por imitar sus actos de fidelidad? ¿Rompía la posible divinización de Jesús por parte de Pablo el monoteísmo estricto de Israel?



El autor, Antonio Piñero (Chipiona, Cádiz, 1941) es catedrático de Filología Griega de la Universidad Complutense de Madrid, especializado en lengua y literatura del cristianismo primitivo. 

Es autor e escritor de numerosas obras en el ámbito del cristianismo y judaísmo. Junto a su prestígio internacional como investigador, destaca su faceta de comunicador, atestiguada por millones de personas.


onsdag 25 oktober 2017

ANTONIO PIÑERO: GUÍA PARA ENTENDER A PABLO DE TARSO (IV): PABLO DE TARSO Y LA SEGUNDA VENIDA DE CRISTO. PRIMERA EPÍSTOLA A LOS EFESIOS [GABRIEL ANDRADE].






Apuntes de la entrevista:


En contra de lo que está convencionalmente extendido, el mensaje de Pablo de Tarso no fue, en absoluto, menos apocalíptico que el de Jesús de Nazareth. Así lo refiere 1a Tesalonicenses, 4, 13-17, dónde Pablo describe brevemente el fin del mundo con el retorno de Jesús previo al juicio final y que eso ocurrirá estando él en vida. Va así, más allá de lo que dice Jesús en Marcos 9,1 donde manifiesta que hay algunos que no gustarán la muerte antes de que venga el hijo del hombre en poder; ya que Pablo considera que él mismo será testigo de la parusía. En este sentido, cabe decir que Pablo estaba convencido la inminencia del fin del mundo, ello sin perjuicio que las iglesias, posteriormente, hubieron de recurrir a ulteriores interpretaciones simbólicas a fin de explicarse el incumplimiento de tales profecías.

No puede recurrirse a los aspectos organizacionales de la Iglesia primitiva mencionados en las Cartas Pastorales para combatir la interpretación literal de 1a Tesalonicenses, 4, 13-17 (Pablo no podía creer en una inminente parusía si se dedica a establecer aspectos de la organización eclesiástica, lo que denotaría una visión de futuro terreno) ya que tanto Tito como 1a y 2a Timoteo no fueron escritas por San Pablo sino por discípulos suyos en su nombre, tras la muerte del apóstol, según demuestran análisis exhaustivos de palabras y sobre el estilo de las mismas en contraste con las cartas auténticas, en especial el uso de las mismas palabras con significados distintos (iglesia en sentido de asamblea o de organización institucionalizada).

Los tesalonicenses eran los cristianos de Tesalónica, una ciudad griega populosa con una sinagoga grande en la cual eran admitidos los filojudíos (temerosos de Dios), paganos interesados por el judaísmo por su sentido moral, especialmente por lo que se refiere al cumplimiento de la Ley y la observancia del sábado, el alto nivel de estructuración social de la comunidad judía y de solidaridad con los desfavorecidos, especialmente con las viudas, a diferencia de lo que ocurría en el ámbito pagano. Se trata del primer documento paulino que se conserva, según se deduce de lo referido en los Hechos de los Apóstoles en su capítulo 18, que narra el conflicto con los mercaderes de Corinto con San Pablo a causa de su predicación, el prendimiento de Pablo y su posterior liberación por Lucio Junio Galión, hermano de Séneca y procónsul romano en Acaya, Según una inscripción hallada en Corinto, sabemos que se corresponde con los años 50-51, tiempo que probablemente coincide con la escritura de esta epístola.

La muerte de varios miembros de esta comunidad preocupaba a los tesalonicenses, los cuales tenían un trasfondo cultural judío muy intenso, y temían que los ya fallecidos no podrían participar de la resurrección de la carne. Pablo les asegura que no han de preocuparse por los hermanos muertos, ya que los que duermen el sueño de la muerte no lo harán por toda la eternidad, sino que resucitarán. Insiste en lo que les ha predicado, que la resurrección de Cristo es la primicia y que después de esta, los demás resucitarán también primeramente con Jesús, mientras que los que están con vida congregados escucharán una trompeta celestial anunciando el juicio final por medio de unos ángeles que preceden al Hijo del Hombre en una nube, siendo raptados al aire los previamente resucitados y los que están en vida con Jesús, pasando desde allí al Reino del Mesías y del Reino del Mesías al de Dios, donde estarán eternamente con el Señor. La nube es un elemento apocalíptico tomado del libro de Daniel que transporta a los muertos en Cristo resucitados y a los vivos creyentes, además del propio Pablo, ante el Señor. Fuera de eso no dice qué ocurrirá con el mundo ni con los paganos. La salvación pues afecta a muy pocas personas.

Las comunidades evangelistas arrebatacionistas que creen en la proximidad del juicio final, recurren a la interpretación literal de Pablo a fin de justificar sus creencias en contraste con la Iglesia Católica que lo interpreta alegóricamente, lo que no responde a estrictos criterios históricos y de interpretación filológica. Parece evidente que Pablo creía literalmente en lo que refiere en 1a Tesalonicenses, ello en el mismo sentido que la visión séptima del Libro IV de Esdras; o la visión A 11- 11 del Testamento de Abraham, o los judíos fundamentalistas contemporáneos que creen que serán muy pocos los que se salven. En este sentido, estos estarían más cerca del Pablo literal e histórico que la Iglesia Católica.

Las alegorías en el judaísmo son elementales, pero se refieren a hechos totalmente ciertos que se creen al pie de la letra. La repetición constante de tales elementos en muchos textos de la antigüedad de este ámbito cultural-religioso nos permite estar bastante seguros de estas creencias entre los judíos de la época (que se remontan a la época acadio-babilónica), lo que difiere ciertamente mucho del pensamiento actual contemporáneo. El autor de 2a Tesalonicenses (que no es Pablo de Tarso), intenta solucionarlo simbólicamente contradiciendo a 1a Tesalonicenses a fin de tranquilizar a los cristianos angustiados por la tardanza en la parusía.

En este sentido, cabe decir que la perspectiva apocalíptica de Pablo se refuerza en otras cartas como la de los Romanos y el resto de las cartas auténticas del apóstol, donde la próxima venida de Cristo y ulterior juicio final están constantemente presentes.





No está todo dicho sobre Pablo de Tarso a pesar de que desde san Agustín, y principalmente desde Martín Lutero y la Reforma, se hayan escrito centenares de libros sobre él. Ni siquiera queda claro, como se afirma con rotundidad, que Pablo fuera el «segundo fundador del cristianismo» ni tampoco un fariseo estricto como él mi smo sostiene en apariencia. Desde 1970 ha surgido una potente y nueva corriente de interpretación de la teología de Pablo, a cuyo frente están sobre todo teólogos evangélicos independientes e historiadores judíos del pensamiento israelita, que pone en cuestión opiniones aparentemente asentadas durante siglos: ¿Puede sostenerse hoy que todo o parte de Pablo ha sido malentendido durante más de quince siglos? ¿Fue el pensamiento de Pablo exclusivamente judío a pesar del entorno de su nacimiento y formación escolar en un mundo griego? ¿Abandonó Pablo la ley judía? O bien ¿se comportó siempre, incluso externamente, como un judío practicante? ¿Es posible defender que paganos y judíos se salvan no por creer en Jesucristo, sino por imitar sus actos de fidelidad? ¿Rompía la posible divinización de Jesús por parte de Pablo el monoteísmo estricto de Israel?

El autor, Antonio Piñero (Chipiona, Cádiz, 1941) es catedrático de Filología Griega de la Universidad Complutense de Madrid, especializado en lengua y literatura del cristianismo primitivo.

Es autor e escritor de numerosas obras en el ámbito del cristianismo y judaísmo. Junto a su prestígio internacional como investigador, destaca su faceta de comunicador, atestiguada por millones de personas.




tisdag 24 oktober 2017

JAIME ARIAS: LA BIBLIA Y SUS SECRETOS (PUNTO DE LECTURA)




Reseña:

La Biblia es la gran novela de la Humanidad, con sus derrotas y sus victorias, su deseo de liberación de todas las esclavitudes y la constatación, al mismo tiempo, de que la vida no es más que un puñado de arena que se escapa, con asombrosa rapidez, por las rendijas del tiempo. Este libro surge del convencimiento de que la Biblia es capaz de «hablar» a todos, y de que quizás aún contenga más secretos de los que imaginamos. Con lenguaje divulgativo y a la vez con rigor cultural, trato de explicar a los lectores —y a mí mismo también— la apasionante historia, desde sus orígenes hasta la actualidad, de la más grande epopeya literaria y religiosa de todos los tiempos: la Biblia, el único libro declarado Patrimonio de la Humanidad.

LA BIBLIA Y SUS SECRETOS (EN PAPEL)
JUAN ARIAS , PUNTO DE LECTURA, 2007
ISBN 9788466369787

DATOS DEL LIBRO
Nº de páginas: 304 págs.
Encuadernación: Tapa blanda
Editorial: PUNTO DE LECTURA
Lengua: CASTELLANO

ISBN: 9788466369787

8367 libros de Cristianismo

ANTONIO PIÑERO: GUÍA PARA ENTENDER A PABLO DE TARSO (III): LAS VISIONES DE PABLO DE TARSO [GABRIEL ANDRADE].







No está todo dicho sobre Pablo de Tarso a pesar de que desde san Agustín, y principalmente desde Martín Lutero y la Reforma, se hayan escrito centenares de libros sobre él. Ni siquiera queda claro, como se afirma con rotundidad, que Pablo fuera el «segundo fundador del cristianismo» ni tampoco un fariseo estricto como él mi smo sostiene en apariencia. Desde 1970 ha surgido una potente y nueva corriente de interpretación de la teología de Pablo, a cuyo frente están sobre todo teólogos evangélicos independientes e historiadores judíos del pensamiento israelita, que pone en cuestión opiniones aparentemente asentadas durante siglos: ¿Puede sostenerse hoy que todo o parte de Pablo ha sido malentendido durante más de quince siglos? ¿Fue el pensamiento de Pablo exclusivamente judío a pesar del entorno de su nacimiento y formación escolar en un mundo griego? ¿Abandonó Pablo la ley judía? O bien ¿se comportó siempre, incluso externamente, como un judío practicante? ¿Es posible defender que paganos y judíos se salvan no por creer en Jesucristo, sino por imitar sus actos de fidelidad? ¿Rompía la posible divinización de Jesús por parte de Pablo el monoteísmo estricto de Israel?


El autor, Antonio Piñero (Chipiona, Cádiz, 1941) es catedrático de Filología Griega de la Universidad Complutense de Madrid, especializado en lengua y literatura del cristianismo primitivo.

Es autor e escritor de numerosas obras en el ámbito del cristianismo y judaísmo. Junto a su prestígio internacional como investigador, destaca su faceta de comunicador, atestiguada por millones de personas.


JOSÉ LUIS DE PABLO GAFAS: JESÚS DE NAZARET (EDITORIAL EDIMAT LIBROS)


Jesús de Nazaret - José Luis de Pablo Gafas (Editorial Edimat Libros)

Reseña:


Se trata sin duda del hombre más grande que haya conocido la Historia Universal, y por tanto, su vida debe ser estudiada basándose en toda la información disponible: los evangelios oficiales, los apócrifos y en cuantos documentos sea posible. Al margen de la religión y la propaganda nos encontramos ante un hombre excepcional. Todo en su vida, desde sus acciones a sus palabras y, principalmente, su final, lo ponen de manifiesto.
Colección: Biblioteca divulgación
Referencia: 01196010
ISBN: 9788497942737
Tipo de encuadernación: Tapa dura
Formato: 144x218
Páginas: 192


EL JUICIO DE CRISTO - DOCUMENTAL







El Juicio de Cristo (The Trial of Jesus)

La mayoría de los historiadores vinculan el juicio y posterior ejecución, por crucifixión, de Cristo (profeta y lider de un movimiento religioso) a los desórdenes provocados en el Templo de Jerusalén (centro religioso, social y comercial) [Mc. 11-15]. No obstante, el resto de detalles de este proceso, en torno al año 30, no están claros.

De la lectura de los textos bíblicos (veterotestamentarios) se inducía una interpretación según la cual, durante una de las tres festividades judías, probablemente la Pascua, se instauraría un nuevo reino de Dios de la mano de un lider que, como Moisés o David, les liberaría de sus opresores.

Jesús de Nazaret habría alterado el orden público, y cuestionado gravemente la autoridad romana así como el deber de pagar impuestos, lo que le habría supuesto la condena a muerte por crucifixión.

No obstante, cabe preguntarse si la alteración del orden público en el templo fue tan significativa, por qué se le permitió a Jesús abandonarlo indemne, máximo si tenemos en cuenta la existencia de una guardia del templo y la proximidad física de las tropas romanas. Quizás se tratase de una alteración de relativa poca trascendencia o que las autoridades judías o romanas juzgasen contraproducente detener a Jesús en aquel momento.

La detención se produce tiempo después en el Monte de Getsemaní, con la aquiescencia de Judas. Los Evangelios no describen ningún encarcelamiento y sí, en cambio, dos controvertidos juicios, uno ante las autoridades judías y el otro ante las romanas, apareciendo los cargos presentados como poco claros. No hay otras fuentes históricas al respecto con las que se pueda contrastar el relato de los citados Evangelios escritos entre cuarenta y sesenta años más tarde de los hechos descritos en ellos, por autores anónimos -posteriormente identificados con los evangelistas conocidos- que no fueron testigos oculares de los mismos.

En el Evangelio según San Marcos a Cristo se le acusa de haber afirmado que puede destruir el templo, si bien los testimonios no concuerdan por lo que José Caifás -el sumosacerdote, personaje histórico- opta por preguntarle directamente si Él es el hijo de Dios, a lo que Jesus contesta afirmativamente [Mc. 14, 61], lo que le vale una condena por blasfemia. Tradicionalmente, este delito comportaba la condena a muerte por lapidación, pero ello no era técnicamente posible bajo el poder romano, el cual se reservaba la potestad exclusiva de imponer la pena de muerte.

Lo que los romanos encontrarían subversivo es que Jesús se proclamase “rey” o “mesías”, por la carga subversiva antiromana que en el siglo I tenía esta figura [Mc. 15,2]. El juicio ante los romanos se realiza, según las escrituras, ante el procurador Poncio Pilato, personaje histórico descrito por Flavio Josefo como un personaje cruel, brutal, sin escrúpulos y manifiestamente hostil contra los judíos.

Los Evangelios relatan que Pilato, siguiendo una tradición judía (insólita desde el punto de vista de las fuentes históricas) ofrece a los judíos algo increible desde el punto de vista de la política romana: la posibilidad de que indulte, con motivo de la Pascua, a Jesús, lo que es rechazado sórdidamente por el pueblo, en favor del sedicioso y homicida Barrabás [Mc. 15, 11]. Todavía más increible resulta que Pilato, conocido por su brutalidad y falta de escrúpulos, indultase a un sedicioso que cometión un asesinato durante “el tumulto”. Con estos símbolos los evangelistas intentan representar una ruptura con los judíos no cristianos.

Tácito, 80 años más tarde comenta el acontecimiento en sus “Anales”, si bien se refiere únicamente a la ejecución de Jesús, por Pilato, en concepto de criminal, en tiempos de Tiberio.

Estas divergencias pueden explicarse en el hecho de que los Evangelios, redactatos por judíos practicantes, se escribieron tras la revuelta judía y posterior toma de Jerusalén y destrucción del Templo, lo que supuso una gran aversión, por parte del Imperio Romano, hacia los judíos, que eran frecuentemente perseguidos. En este contexto interesaría a los evangelistas dar a entender que los cristianos son un grupo diferente de los judíos, al efecto de evitar represiones ulteriores. Puesto que en esta época en que se escribieron los Evangelios, los cristianos eran todavía un subgrupo englobado dentro del judaismo, se les podía considerar como judíos que creían de Jesús de Nazaret era el Mesías prometido por las escrituras.

Esta progresiva divergencia entre judíos cristianos y no cristianos incidirá en los Evangelios posteriores al de Marcos, especialmente en el de Juan, en el que se incluye un diálogo filosófico entre Pilato y Jesús. En el de Lucas, por su parte, se añade otro juicio, esta vez ante Herodes Antipas, y en el de Mateo la escena de Pilatos lavándose las manos para librarse de toda responsabilidad de la muerte de Jesús.

Por un lado, sucedía que los Evangelios, redactatos por judíos practicantes, se escribieron tras la revuelta judía y posterior toma de Jerusalén y destrucción del Templo, lo que supuso una gran aversión, por parte del Imperio Romano, hacia los judíos, que eran frecuentemente perseguidos. Paralelamente, se daba, cada vez, una mayor divergencia entre judíos cristianos y judíos no cristianos, la cual culminaría en el Concilio de Yamnia que concluyó, entre otros, con la expulsión de la sinagoga de los judíos cristianos. En este contexto, cada vez se presenta una secuencia de la pasión más comprensiva con Pilato y más antagonista con los judíos.

Así, en Mateo 27, 24 se exculpa claramente a Pilato (se lava las manos) y, en cambio, se inculpa sin reservas a los judíos (entonan el caiga su sangre sobre nosotros y nuestros hijos). Ello ha justificado históricamente muchas actuaciones antisemitas, si bien no fue ésta la intención de los Evangelistas.


Los relatos plasmados en los cuatro Evangelios (canónicos) no son testimonios de carácter ocular respecto a los hechos acaecidos en torno al año 30, por lo que no pueden considerarse como documentos de tipo periodístico, en el sentido moderno de este término. 

Las palabras de Jesús invocando al profeta Jeremías suponen un acto de negación (destrucción) simbólica y profética del templo, con su base fiscal, sus impuestos y hasta sus sacrificios.

Ninguna acusación de blasfemia hubiere inquietado a los romanos sino únicamente los actos subersivos contra la ley y el orden imperiales.

Únicamente los romanos podían aprobar el nombramiento de un “Rey de los Judíos” por lo que el hecho de que Jesús se proclamase tal constutuía un punto importante de fricción ante Pilato.

No es creíble, en consecuencia, que Pilatos quisiera liberar a Jesús, sospechoso de haberse proclamado rey.

No es, ni tan siquiera, seguro que hubiere juicio alguno en el sentido que se tiene modernamente de esta palabra (audiencia), sino que se trataría de una actuación mucho más expeditiva por parte de las autoridades romanas.

El único hecho histórico recogido por los Evangelios que atañe a Pilato es el de su existencia y que desempeñase el cargo de gobernador romano en el lugar y el tiempo del juicio y de la muerte de Jesús. La humanidad que muestra durante el juicio es pura ficción.

La flagelación era un acto previo a la Crucifixión que tenía como objeto debilitar la resistencia física de la víctima.

Sí que es, en cambio, plausible que en el lugar de la crucifixión se colgase algún cartel explicando la causa de la ejecución (“Rey de los Judíos) [Mc. 15,26]. Ello es coherente con la publicidad ejemplarizante que se deseaba conferir a este tipo de actos, a efectos de prevención general.

Resulta también curioso que a Jesús le crucifiquen entre criminales, no miembros de su movimiento, lo que supondría que éste habría sido abortado en una fase embrionaria.

Dentro del proceso de progresiva exculpación a Pilato e inculpación a los judíos, se observa que en el Evangelio de Marcos, en torno al año 70, el gobernador romano fue presionado por una multitud; en el de Mateo, hacia los 80, que es todo el pueblo el que está en contra de Jesús; y Juan en los 90, habla simplemente de los judíos, sin parecer importarle que Jesús es también judío. Ello parece reflejar un proceso de alienación de los cristianos (judíos) hacia su propio pueblo. En Mateo 27, 24 se exculpa claramente a Pilato y, en cambio, se inculpa sin reservas a los judíos. Ello ha justificado históricamente muchas actuaciones antisemitas.


El hecho de que no se arreste a Jesús por los desórdenes causados en el templo custodiado por su propia guardia y a pocos metros de donde estaban estacionadas tropas romanas, resta plausibilidad a la historia descrita por los Evangelios.

En la época en que se escribieron los Evangelios, los cristianos eran todavía un subgrupo englobado dentro del judaismo, por lo que se les podía considerar como judíos que creían de Jesús de Nazaret era el Mesías prometido por las escrituras.

Los Evangelios han fijado una imagen negativa de los judíos, a los que tradicionalmente se les considerará deicidas, lo que provocó para ellos consecuencias desastrosas. Finalmente, el Concilio Vaticano II determinó que la interpretación de los Evangelios en el sentido de que los judíos eran responsables de la muerte de Jesús era equivocada, y exculpó sin reservas a los mismos, tanto los de la época de Jesús, como los de tiempos posteriores, de la muerte de Jesús.


A Pilato poco podía importarle la reacción y, menos, la opinión del pueblo en relación al juicio de Jesús.


Quizás se tratase de una alteración de relativa poca trascendencia o que las autoridades judías o romanas juzgasen contraproducente detener a Jesús en aquel momento.

El título de “Mesías” supone el de rey definitivo de los últimos días (del mundo).

El hecho de que no crucifiquen a otros seguidores del movimiento de Jesús puede indicar que éste fue abortado en una fase muy embrionaria por lo que fue suficiente con la captura y ejecución del cabecilla.


A diferencia de Juan Bautista, cuyo mensaje es visceral, el de Jesús es novedosamente de concordia y de no violencia. Jesús fue un revolucionario de la bondad y no del odio.


El mensaje igualitarista de Cristo y su movimiento suponía una amenaza política al Imperio Romano y su organización jerarquizada en torno a la autoridad imperial.

Sí que habría de haber habido un juicio ante el gobernador con acusaciones formales y testigos, aunque fuese a un nivel muy elemental.


El hecho de que durante la Pascua Judía se rememore el Éxodo y la liberación de los judíos propicia la idea de que será precisamente durante este tiempo de peregrinación y afluencia a Jerusalén cuando se produzca la ansiada liberación de los romanos y la instauración de un nuevo reino.

No parece lógico que tras los desórdenes del templo no se detuviere inmediatamente a Jesús y se le ejecutase con celeridad, y que en cambio, se le permitiese continuar predicando.

Barrabás aparece como culpable de asesinato en una de las sublevaciones, por lo que no es creible que se beneficiase de indulgencia o clemencia alguna por parte de los romanos.

Los evangelistas intentan representar, en sus relatos, una ruptura con los judíos no cristianos, confiriendo a Pilato un carácter más compasivo, cargando a los judíos con la responsabilidad última de la ejecución.