lördag 4 augusti 2018

CÉSAR VIDAL (CORRÍA EL AÑO): EL LADO OSCURO DEL CÓDIGO DA VINCI, 1a PARTE [DEBATE]




Apuntes del debate:


El Código da Vinci es una novela de intriga que ha causado gran daño al conocimiento humano.

La figura de pelo largo de la Última Cena de Leonardo da Vinci no es una mujer y el cuadro en sí mismo responde a convenciones artísticas del momento. En la época de Jesús de Nazaret no cabría concebir que una mujer participase en una cena masculina.

Los documentos, algunos anteriores a la existencia del propio Jesús de Nazaret, del Mar Muerto se refieren fundamentalmente a las experiencias literarias del grupo aislado de los esenios, que se atribuyen a un tal Maestro de justicia. Más allá de puntuales coincidencias doctrinales, es desapropiado establecer una identificación entre la doctrina de Jesús de Nazaret y los escritos del Mar Muerto.

Hay una escisión grande entre los dogmas del judaísmo ortodoxo de la época y los de la comunidad esenia, más allá de determinadas identificaciones entre ésta y las autoridades del templo de Jerusalén. Ejes fundamentales de los esenios eran la vida comunitaria y la pureza ritual. También eran un foco de oposición a la colonización cultural helenística que realizaban las autoridades romanas, por considerarla contraria a sus principios. La secta de Qumran nos da información de cómo se respetaban las fuentes hebreas, especialmente por lo que se refiere a los escritos del profeta Isaías y la actitud sufriente del Mesías.

En las conspiraciones bíblicas se conoce el principio y el fin de cada actuación sin que quepa lugar a ulteriores especulaciones, a diferencia de lo que ocurre en la novela de Dan Brown, en la que, más allá de falta de base histórica y documental, nunca se llega a saber totalmente la verdad, pese a que se afirman hechos ficticios como irrefutables. No se trata de un fenómeno nuevo, así como antecedente podemos encontrar los Protocolos de los sabios de Sión.

Es necesario interpretar la Biblia en el contexto histórico, geográfico y cultural del tiempo y el lugar en que se escribió. Lo referido en los textos neotestamentarios es creíble porque la exégesis paulina permite posterior contraste con las profecías bíblicas y la ley de Moisés. Cualquier especulación en este sentido entrañaría la ulterior falta de credibilidad en la comunidad judía. La composición de los Evangelios se desarrolla a partir del año 60 hasta el final del primer siglo.

En los Evangelios Jesús es hombre y mesías. Supone que Dios se coloca en una dimensión plenamente humana. Por ello sus actuaciones tienen contenido humano para que sean comprensibles a los seres humanos.

En el Concilio de Nicea en ningún caso se crea el cristianismo, fenómeno preexistente al mismo, y se defiende una idea también prexistente en torno a la divinidad de Jesús de Nazaret.

En diversos pasajes del Nuevo Testamento se afirma la divinidad de Jesús de Nazaret: Juan 20, 28; Romanos 9,5 y Tito 2, 13. Tampoco cabe dudar de la historicidad del personaje a tenor de las fuentes históricas y de la influencia de su figura y doctrina a lo largo de la historia.

El código da Vinci no responde ni a las fuentes bíblicas ni mucho menos a las históricas. No obstante es una obra que ha causado una gran curiosidad en el público y, paradójicamente, la polémica que ha generado ha permitido exponer la verdad histórica en contraste con la fantasía literaria.


El código da Vinci constituye un exponente del género thriller de sotana, de corte conspirativo en la que un personaje relacionado con el clero ejerce de malvado cinematográfico.

El Opus Dei es un instituto seglar y no existen monjes del Opus Dei.

De acuerdo con el canon pictórico como el canon cristiano, el personaje de pelo largo de la Última Cena de Leonardo da Vinci es, sin duda, el Discípulo amado, San Juan Evangelista, a quien se representa como un chico joven de rasgos poco formados.

El Código da Vinci es un producto de mercadotécnica. En las fuentes antiguas, incluso en las bíblicas, abundan las conspiraciones. El tema de la conspiración es de gran atractivo literario porque contrasta notablemente con la monotonía de la vida de los lectores y una posible explicación a los contratiempos de la existencia individual de las personas. En este sentido, la visión negativo-conspiranoica que la literatura del siglo XX atribuía a los jesuitas (Alexandre Dumas), se traslada al Opus Dei. La conspiración es un ingrediente literario que produce buenos rendimientos económicos.
En la dinámica del fenómeno de la conspiración, lo que garantiza el éxito literario y social de la misma es el grado de irrealidad de la misma, como demuestran los Protocolos de los sabios de Sión.

En ningún caso cabe sostener que el emperador Constantino sea el inventor del cristianismo en el siglo IV.

El código da Vinci es un producto de nuestra época en la que se ofrece una religión simplificada y a la carta.


Un antecedente significativo del género thriller de sotana es El Rojo y el Negro de Stendahl, si bien El Código da Vinci no resiste comparación literaria alguna con aquella.

Algunas inexactitudes del Código da Vinci son hilarantes, como el deleite de los sevillanos por el zumo de arándanos o el control que ejerce la Guardia Civil sobre los prostíbulos de Sevilla.

La composición en grupos de tres de la Última Cena de Leonardo da Vinci reproduce indubidativamente el momento en que Pedro pide al Discípulo amado que pregunte a Jesús quién es el apóstol que se dispone a traicionarle.

La abundancia de manuscritos antiguos del Nuevo Testamento contrasta con la escasez profundo de material de los grandes escritores clásicos.

Por parte de los discípulos de Jesús hubo un gran empeño en referir sus experiencias al respecto con el mayor grado de veracidad, dada la gran trascendencia que atribuían a los escritos que realizaban.

La doctrina y la práctica cristiana dieron estabilidad a la sociedad de la época.

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