lördag 30 december 2023

FERNANDO DÍAZ VILLANUEVA Y CARLOS PÉREZ SIMANCAS: LOS ORÍGENES DE LA NAVIDAD [ENTREVISTA]

 



(https://diazvillanueva.com/los-origenes-de-la-navidad/)

(https://www.youtube.com/watch?v=3N1ClbxeHU0)

La Navidad es una de las principales celebraciones en el calendario festivo de los países de tradición cristiana. Durante la noche del 24 de diciembre y todo el 25 de diciembre se recuerda el nacimiento de Jesucristo. La historia la conocemos al dedillo, aunque, eso sí, sólo los evangelios de Lucas y Mateo hablan de la Natividad. Nos cuentan que Jesús nació en Belén de la Virgen María. El de Lucas da algo más de información del nacimiento. Cuenta que María y José se desplazaron desde Nazaret hasta Belén para empadronarse en un censo que había ordenado el emperador Octavio Augusto. Allí le sobrevino el parto, “lo envolvió en pañales y lo recostó en un pesebre, porque no había sitio para ellos en la posada”. Los pastores que velaban por sus rebaños en las cercanías advirtieron el hecho extraordinario que acababa de acontecer porque un ángel se apareció y se lo dijo recordándoles que era el Mesías. Mateo cuenta también la historia de los magos de Oriente que llegaron hasta Belén siguiendo una estrella. Poco después José decidió llevarse el recién nacido a Egipto porque el rey Herodes había ordenado matar a todos los niños de Belén y sus alrededores menores de dos años.

No es mucho más lo que sabemos de la Navidad. Los Evangelios nos informan del lugar y las circunstancias, pero no de la fecha. Por esa razón los cristianos de los primeros siglos celebraban la Navidad, pero no en una fecha fija. No sería hasta el siglo IV, con el cristianismo ya convertido en la religión oficial del imperio romano, cuando se empezó a conmemorar el 25 de diciembre. Los patriarcados orientales, sin embargo, prefirieron llevarse las celebraciones al 6 de enero, fecha de la Epifanía, es decir, de la visita de los magos. No se movería ya de esa horquilla de fechas que en el concilio de Tours del año 567 se bautizaron como los Doce Días de Navidad (del 25 de diciembre al 5 de enero).

Con el paso de los siglos la celebración, que coincidía con el solsticio de invierno y era bien conocida por toda la población europea, se fue consolidando y ganando significado ceremonial y religioso. En el año 800 Carlomagno, el rey de los francos, fue proclamado emperador el día de Navidad, lo que serviría de inspiración a otros muchos reyes cristianos que elegirían esa misma fecha para sus coronaciones. Se asociaba la Navidad a eventos festivos en los que se cantaba, se bebía y se comía más de la cuenta. Durante la Edad Media surgió también la costumbre de hacerse regalos entre familiares y amigos.

La reforma protestante de los siglos XVI y XVII sí trajo algunos cambios. Luteranos y anglicanos no ponían pegas a las celebraciones navideñas, pero sí los calvinistas y las sectas puritanas, cuyos líderes aseguraban que la Navidad era un invento del Papa y una coartada para el bullicio y la diversión desordenada. Algo similar sucedió durante la revolución francesa, cuando la Convención Nacional jacobina prohibió celebrar la Navidad por considerarla una inaceptable herencia del cristianismo. Los católicos respondieron tratando de aumentar la carga religiosa de las ceremonias, pero siguieron defendiendo que algo como el nacimiento de Cristo tenía que celebrarse por todo lo alto.

Ese espíritu es el que se ha mantenido hasta el momento presente, aunque en los siglos XIX y XX se fue secularizando gradualmente. Hoy la Navidad es una fiesta de origen cristiano que incorpora muchos elementos tomados de distintas tradiciones europeas. Sigue habiendo diferencias en la forma de celebrarla, pero existe algo parecido a una Navidad internacional con elementos fácilmente reconocibles por todos.

Pues bien, para tratar este tema tan especial nos acompaña en La ContraHistoria Carlos Pérez Simancas, nuestro querido colaborador gomero que es todo un experto en estos temas.

torsdag 28 december 2023

ANTONIO PIÑERO: GUÍA PARA ENTENDER A PABLO DE TARSO. LA NUEVA INTERPRETACIÓN DEL PENSAMIENTO DE PABLO DE TARSO [CONFERENCIA]

 



Conferencia pública del profesor Antonio Piñero el 10 de marzo del 2016 en Espacio Ronda Madrid sobre la reciente publicación del libro de la Editorial Trotta, 'Guía para entender a Pablo de Tarso'. No está todo dicho sobre Pablo de Tarso a pesar de que desde san Agustín, y principalmente desde Martín Lutero y la Reforma, se hayan escrito centenares de libros sobre él. Ni siquiera queda claro, como se afirma con rotundidad, que Pablo fuera el «segundo fundador del cristianismo» ni tampoco un fariseo estricto como él mismo sostiene en apariencia. Desde 1970 ha surgido una potente y nueva corriente de interpretación de la teología de Pablo, a cuyo frente están sobre todo teólogos evangélicos independientes e historiadores judíos del pensamiento israelita, que pone en cuestión opiniones aparentemente asentadas durante siglos: ¿Puede sostenerse hoy que todo o parte de Pablo ha sido malentendido durante más de quince siglos? ¿Fue el pensamiento de Pablo exclusivamente judío a pesar del entorno de su nacimiento y formación escolar en un mundo griego? ¿Abandonó Pablo la ley judía? O bien ¿se comportó siempre, incluso externamente, como un judío practicante? ¿Es posible defender que paganos y judíos se salvan no por creer en Jesucristo, sino por imitar sus actos de fidelidad? ¿Rompía la posible divinización de Jesús por parte de Pablo el monoteísmo estricto de Israel? Responder claramente a estas y otras cuestiones candentes es el núcleo de esta «Interpretación del pensamiento paulino», escrita en diálogo con el trabajo exegético y la discusión científica más viva y actual. Su método consiste en leer atentamente los textos, aportando una nueva versión de las cartas de Pablo, para entender lo que su autor quiso decir a sus primeros lectores. Antonio Piñero (Chipiona, Cádiz, 1941) es catedrático de Filología Griega de la Universidad Complutense de Madrid, especializado en lengua y literatura del cristianismo primitivo. Es autor e escritor de numerosas obras en el ámbito del cristianismo y judaísmo. Junto a su prestígio internacional como investigador, destaca su faceta de comunicador, atestiguada por millones de personas. En sus escritos, así como en sus intervenciones en televisión y radio, su determinación, dinamismo, y sobre todo la pasión que transmite, otorgan un fluir único a su mensaje.

Apuntes de la conferencia:

El fundamento básico del cristianismo es Jesús de Nazaret, si bien él no dejó nada escrito, por lo que su figura depende de lo que terceras personas han escrito sobre él. Dentro de estos destaca enormemente la figura de Pablo de Tarso para quien los hechos más fundamentales relacionados con Jesús son su muerte y su resurrección.

No tenemos documento alguno más antiguo que el Nuevo Testamento para saber algo tanto de Jesús de Nazaret como de Pablo de Tarso. Según la tradición catorce de los libros del Nuevo Testamento salieron de la mano de Pablo y los Evangelios son escritos predeterminados por el pensamiento del apóstol. Marcos, por su parte, creó un nuevo género literario que fue seguido por el resto de los evangelistas, si bien son posteriores en el tiempo a las siete cartas auténticas de Pablo. Así pues, la figura de Jesús de Nazaret ha llegado hasta nosotros a través de la interpretación de Pablo.

La figura de Pablo, por su parte, desde el Evangelio de Marcos hasta 1970, ha sido interpretada de una forma muy tradicional, constante y consistente, bajo la influencia de San Agustín [Aurelio Agustín] (s. IV), según la cual se trataría de un judío que abjuraría de la fe judía y que se convertiría al cristianismo. Fruto de esta conversión manifestaría su pensamiento que la muerte de Jesús tendría un efecto redentor que supondría la abolición de la Ley judía, siendo esta substituida por la Ley del Mesías.

A partir de 1970 surge en las filas del protestantismo la idea de que esta interpretación pétrea de veinte siglos podría estar equivocada. Hacia 1965 el profesor danés de la Universidad de Aarhus, Johannes Munck (1904-1975), quien se planteó que a Pablo de Tarso no le interesaba la salvación de los paganos considerados en sí mismos, sino la restauración de Israel; y dentro del Israel restaurado, que efectivamente se salvasen algunos paganos. La restauración de Israel supone el retorno de las diez tribus perdidas tras la conquista del Reino de Israel del Norte por Salmanasar V de Asiria. Los israelitas consideran que en algún momento del futuro tales tribus regresarán a Israel a lomos de águilas lo que coincidirá con la llegada del Mesías y la instauración del Reino Mesiánico, que situará a Israel en el centro del mundo, que conquistará a las naciones de alrededor, pereciendo las que no se conviertan a Yahvé y permaneciendo las demás supeditadas a Israel. Munck cree que examinado el pensamiento judío de Pablo, todos los que se convirtiesen a Yahvé se salvarían, idea esta presente tanto en Jesús como en San Pablo. Pablo trae la idea de que el tiempo mesiánico ha llegado y unos cuantos paganos se incorporarán a Israel, con lo que se cumplirá la profecía hecha a Abraham en el sentido de que sería padre de numerosos pueblos (Génesis 17,5). Por eso a Pablo no le interesa tanto el pagano como tal, sino Israel y se convierte en el apóstol de los gentiles para que sean injertados en el Israel completo integrado tanto por judíos como por gentiles convertidos que admitan al Mesías.

Cinco años más tarde, el obispo luterano de Estocolmo Krister Stendahl  (1921-2008) llegó a la conclusión de que probablemente Martín Lutero se había equivocado interpretando a Pablo de Tarso. Dado que Lutero era un monje agustino no extraña que su pensamiento sea totalmente coherente con el de San Agustín. En este sentido, se piensa que la venida del Mesías instaura su ley [Gálatas 6,2 y Romanos 8, 6 y ss.], y una vez instaurada esta, la Ley de Moisés deviene absolutamente inútil. Según Stendahl, Pablo nunca jamás dijo que un judío que creyera en el Mesías tenía que dejar de ser judío y dejar de observar la Ley de Moisés, lo que en opinión del Dr. Piñero es rigurosamente cierto.

El hecho de que aunque cronológicamente en el tiempo Jesús en anterior a Pablo, en la transmisión Pablo es anteriormente a Jesús (ya que como se dijo antes, Jesús no dejó nada escrito y los escritos más antiguos sobre él son de Pablo), parece lógico dedicarse antes a Pablo de Tarso que a Jesús de Nazaret.

 Los investigadores judíos se dieron cuenta que el camino abierto por Munk y por Stendahl permitía interpretar a Jesús y a Pablo -pese al aborrecimiento de gran parte de los creyentes judíos de ambas figuras- en clave judía y recuperar para el judaísmo sus predicaciones, especialmente las parábolas de Jesús, que cabe considerar la perla de la literatura judía del siglo I. Así, a partir de este momento, entre la crítica científica judía se produce una gran actividad en la interpretación de Pablo de Tarso desde este el punto de vista iniciado por Munk y Stendahl.

De todas formas, a la vista de los textos paulinos es difícil armar una línea argumental sólida, ya que de la lectura de los mismos, lo mismo se desprende la magnificencia de la Ley de Moisés, como su práctica inutilidad, en el sentido que se afirma que únicamente sirve para señalar que somos pecadores, hasta el punto de sumir a la humanidad todavía en más pecado hasta la llegada del Mesías. Ello llevaría a la idea de que el pensamiento de Pablo es incoherente y contradictorio, lo que no parece admisible en un personaje de su altura teológica e intelectual que arrastró a tantos creyentes a su interpretación de tal modo que hoy día, el número de cristianos paulinos rebasa el 99% de los cristianos existentes en la actualidad.

Ello puede explicarse en el hecho que la interpretación tradicional -la anterior a Munk y Stehndal- únicamente tenía en cuenta los pasajes en los que se criticaba la Ley Mosaica ignorando completamente aquellos en que esta se alaba, con lo cual se ha transmitido una imagen completamente distorsionada del pensamiento del apóstol. En Romanos 2, 12, afirma Pablo algo que resulta insólito y clave, que todos los gentiles, presentes, pasados y futuros, conocieran o no al Mesías, en el día del Juicio Final, que es inminente, serán juzgados por la Ley de Moisés (en palabras del Dr. Piñero), a pesar de que estos no la conozcan, ya que la tienen inscrita en sus corazones. 

De ello se desprende que la Ley de Moisés está dividida en dos partes: una universal (válida para judíos y gentiles) y eterna, y otra específica y temporal, únicamente aplicable a los judíos y cuya aplicación a los gentiles desata en Pablo gran ira e indignación. Existen textos rabínicos que afirman la idea de que cuando llegue el Mesías, este cambiará la ley de Moisés si bien no se dice cómo. Llama también la atención que Pablo nunca fue perseguido desde el ámbito judío por causa de sus ideas sobre el Mesías. Lo único que se le imputa al respecto por el judaísmo es su rechazo a la Ley de Moisés. Por eso, si se es capaz de explicar el concepto dual de la Ley que tenía en Pablo, el resto de su pensamiento no ofrece problema alguno al pensamiento judío con lo que se resolvería el núcleo de la dificultad para entenderlo.

Todo ello proporciona una hipótesis explicativa de cómo entiende Pablo la Ley de Moisés que es doble y cambia en la época del Mesías. Hay que precisar que la ciencia histórica y filológica se basa en hipótesis interpretativas que en ningún caso devienen certezas y que son susceptibles de ser variadas por descubrimientos posteriores. En síntesis, la Ley de Moisés no se aplica igual según el Mesías y en tiempo mesiánico, (desde la primera venida de Jesús hasta la parusía -segunda vuelta después de su muerte y resurrección) a un judío convertido al Mesías que a un pagano también convertido al Mesías, que será injertado en Israel por haber creído en el Mesías de Israel. Pablo probablemente debió de pensar, desde un marco de la restauración de Israel, en la triple promesa de Dios a Abraham en el libro del Génesis:  1) que tendría una descendencia numerosa, 2) que esta descendencia recibiría una tierra prometida y 3) que sería padre de numerosos pueblos. De estas tres partes, las dos primeras en tiempos de Pablo de Tarso, se consideraban sobradamente cumplidas, no así la tercera, ya que Abraham era únicamente padre del pueblo de Israel, esto es, de los judíos en sentido amplio.

Por esta razón, Pablo considera que para que llegue el tiempo mesiánico ha de cumplirse la tercera parte de la promesa, por lo que él ha de conseguir un cierto número de paganos que se injerten en Israel mediante su conversión en el Mesías. Por ello se lanza a una intensa carrera para encontrar paganos que crean en Mesías.

A tal efecto se dirige a dos caladeros potenciales, el de los filojudíos y el de los seguidores de religiones mistéricas. Los primeros, llamados temerosos de Dios por las Escrituras, frecuentaban las sinagogas y se sentían atraidos por el sentido ético de los judíos, su integridad y el grado de solidaridad que imperaba entre ellos que les llevaba a ayudar a los más desfavorecidos, especialmente a las viudas y los huérfanos. Sin embargo, no daban el paso definitivo de convertirse al judaísmo por causa de las leyes de pureza ritual y alimentaria y sobre todo, por el rechazo masculino a la circuncisión por considerarla bárbara, dolorosa e hilarante, ya que se hacía en vivo, sin anestesia, que provocaba mutilaciones que, a su vez despertaban la burla de los demás hombres, y el riesgo de infecciones que podían producir la muerte. Ante esta perspectiva, Pablo afirma haber tenido una revelación en el sentido de que también podrán salvarse los paganos que crean en el Mesías sin necesidad de hacerse judíos, ya que son gentiles por lo que no tienen la necesidad de circuncidarse ni observar las prescripciones rituales estrictamente reservadas para los judíos que constituyen la parte más terrible y onerosa de la Ley de Moisés. Por lo tanto, habrá que reunir el número de gentiles necesarios para que se cumpla la tercera profecía hecha por Yahvé a Abraham y se salve Israel, en el sentido de que él sería padre de numerosos pueblos convirtiéndoles a la fe del Mesías, pero continuando siendo gentiles, es decir, sin devenir judíos, lo que frustraría, sin duda el cumplimiento de la citada profecía. Ellos habrán de cumplir únicamente la parte esencial y eterna de la Ley que no es otra que el decálogo, la cual puede sintetizarse con las expresiones Ley del Mesías o Ley del Amor (según San Agustín, Ama y haz lo que quieras). 

Los segundos, seguidores de religiones mistéricas, creían que se salvarían uniéndose espiritualmente a una divinidad que después de haber padecido y muerto, resucitó (Orfeo, Osiris, Alceste). El problema de este tipo de religiones es que eran únicamente aptas para ricos que no habían de trabajar o dedicarse a ulteriores responsabilidades, ya que los ritos iniciáticos eran caros y exigían dedicación absoluta, normalmente en lejanos santuarios, algo únicamente posible para las personas que tenían la vida solucionada. A estos, Pablo de Tarso les ofrece la redención de la mano de Jesús, que es totalmente compatible con el nivel económico, así como con la vida laboral y familiar de cualquier persona. Los rituales de aceptación y de unión con la divinidad, el bautismo con agua y la eucaristía con pan y con vino, respectivamente, están al alcance de cualquier persona.

Según Pablo de Tarso, estos gentiles convertidos se salvarán exactamente igual que los judíos, lo que provocó violento rechazo entre estos últimos. No obstante, los gentiles que crean en Yaveh -mediante la conversión a Jesús- pero no se hagan judíos, únicamente podrán optar a una salvación de segunda categoría. Ellos se incorporarán al Israel restaurado habiendo sustituido la ley carnal de Moisés por la ley espiritual del Mesías, y la circuncisión carnal por la espiritual. Se trata de una oferta insuperable para los gentiles en la cual radica el éxito de Pablo de Tarso hasta nuestros días. Y naturalmente, los judíos, que necesariamente han de observar la ley en su totalidad -normas alimentarias, de pureza ritual y circuncisión inclusive-, optarán a una salvación de primera categoría. En ningún caso han de dejar de observar la totalidad de la Ley Judía (1ª Corintios 7, 17-20); mientras que, por otra parte, los gentiles convertidos no han de convertirse, a su vez, al judaísmo, ya que Dios necesita que se conviertan miembros de todos los pueblos del mundo que simbolicen a todos los pueblos de la tierra, si bien de manera diferenciada de los judíos, que han de mantener su esencia e identidad. Tal es el núcleo de la teología paulina. Por ello Pablo de Tarso nunca dejó de ser judío y cumplió los preceptos de la Ley Judía hasta el final (Romanos 9), en contra del pensamiento judío tradicional que considera al apóstol un traidor a su pueblo.


Guía para entender a Pablo de Tarso



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torsdag 19 oktober 2023

ANTONIO PIÑERO ¿EXISTIÓ JESÚS DE NAZARET? [CONFERENCIAS]

 


¿Existió Jesús de Nazaret? por Antonio Piñero en la I Jornada de Historia sobre Jesús de Nazaret y el Cristianismo Primitivo que tuvo lugar en Madrid el 16 de Junio 2018.

Según el Dr. Antonio Piñero, toda aproximación al cristianismo ha de comenzar necesariamente por preguntarse si Jesús de Nazaret existió realmente. En este sentido más del 99% de los académicos del ámbito universitario concluyen que necesariamente existió el personaje.

No obstante, las opiniones de Francesco Carotta, Llogari Pujol o Michel Onfray (Tratado de ateologia) tienen una inexplicable difusión social. Los dos primeros consideran que Jesús de Nazaret serían sendas construcciones meramente literarias realizadas mediante copias y transposiciones de Julio César y de relatos egipcios por parte de sacerdotes egipcios de Sáqqara respectivamente. En este sentido, la negación de la existencia de Jesús arranca de los movimientos ilustrados y racionalistas de finales del siglo XVIII y principios del XIX.

El Dr. Antonio Piñero considera que en ningún caso puede negarse la existencia histórica de Jesús de Nazaret, ya que de lo contrario no se explica el cristianismo. Lo que ocurre es que algunos autores y pensadores confunden el personaje histórico (Jesús de Nazaret) y el Cristo de la Fe (Jesucristo).

Ello parece confirmarse por las fuentes históricas externas al Nuevo Testamento (Flavio Josefo, Tácito o Plinio el Viejo) y sobre todo, por el método de las dificultades aplicado a los Evangelios y otros escritos neotestamentarios. Así, es evidente que entre estos existen muchas discordancias sobre Jesús, su humanidad le hace reconocer que desconoce el momento del fin de los tiempos y la instauración del reino de Yahvé, o ser bautizado por Juan Bautista para el perdón de los pecados; o el hecho de su fracaso que culminó en su abrupta muerte, entre otros, son hechos históricos cuya veracidad no pudo ser ignorada ni mucho menos ocultada y que crearon grandes dificultades teológicas a los cristianos. A ello cabe añadir que el Nuevo Testamento tan solo en siete ocasiones afirma claramente, el dogma cristiano de que Jesús es Dios. Por lo tanto, si Jesús de Nazaret nunca existió, cabe concluir que es un mito literario construido quizás, con fines proselitistas y si ello es  así, está pésimamamente construido. Por todo ello es difícil sostener la no existencia de Jesús y así es estimado, como se apuntó al principio, por la mayor parte de los académicos del ámbito universitario.

D. Antonio Piñero expone y desgrana todos estos argumentos oponiéndolos a los negacionistas mencionados, así como otros que se exponen a lo largo de esta interesantísima conferencia.


måndag 16 oktober 2023

SANTIAGO GUIJARRO: PABLO DE TARSO [FUNDACIÓN JUAN MARCH, CONFERENCIA]

 


Pablo de Tarso es un personaje controvertido, lleno de paradojas, con diversas lecturas e interpretaciones biográficas a lo largo de la historia del cristianismo y de la historia en general. Santiago Guijarro, sacerdote y catedrático del Nuevo Testamento de la Facultad de Teología de la Universidad Pontificia de Salamanca, pretende, en esta conferencia, acceder al Pablo histórico a partir de las múltiples lecturas que se hacen en las fuentes antiguas de su figura. Las dos fuentes fundamentales utilizadas por el conferenciante son el libro de los Hechos de los Apóstoles (I d. C.), obra más influyente en la configuración de la imagen heredada de Pablo en la actualidad, y las mismas cartas de Pablo, donde se encuentra la voz del santo en primera persona, aunque algo distorsionada por los múltiples procesos de edición a los que han sido sometidas a lo largo de los años.


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LLOGARI PUJOL: ¿EXISTIÓ REALMENTE EL JESÚS HISTÓRICO? LLOGARI PUJOL PRESENTADO POR ANTONIO PIÑERO [CONFERENCIA]

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El 2 de agosto del año 2007 Llogari Pujol fue invitado por Antonio Piñero para exponer en el Escorial de Madrid sobre un cuestionamiento recurrente incluso hasta nuestros días ¿Existió realmente el Jesús Histórico?

 El Dr. Llogari Pujol cree que el Jesucristo de los Evangelios no es real sino una transposición de relatos y mitos egipcios realizada por sacerdotes de la Tebaida. El mencionado profesor ilustra sus disquisiciones con fragmentos de obras literarias egipcias así como con ilustraciones de restos arqueológicos y obras plásticas y de arte egipcias, cuya simbología interpreta en el sentido indicado.


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söndag 15 oktober 2023

FRANCISCO DE OLEZA LE SENNE: LOS MANUSCRITOS DEL MAR MUERTO [LA TABLA REDONDA, TVE (DEBATE)]

 





Debate sobre los manuscritos del Mar Muerto dirigido por Francisco de Oleza Le Senne a lo largo de dos retransmisiones diferentes, que cuenta con los siguientes participantes: Florentino García Martínez, Félix Gracia Plou, Hartmut Stegman, Julio Trebolle Barrera y Luis Vegas Montaner, Abel Posse, Fernando Sánchez Dragó y Mario Norberto Satz Tetelbaum.

Los esenios eran una secta judía de ideología teológica farisea (en oposición a los saduceos, si bien hay quien los identifica con estos) que vivían aislados en el mayor estado de pureza ritual posible, a la espera del final de los tiempos y la instauración del Reino de Yahvé. Su existencia fue acreditada por autores como Flavio Josefo o Plinio el Viejo. El descubrimiento de los manuscritos del Mar Muerto en el Qumrán acontecido en 1947, confirman arqueológicamente y amplían notablemente nuestros conocimientos sobre su existencia y su modo de vida. Se trata de un conjunto de manuscritos de diferente tipo datados entre los siglos III a. de C. y I d. de C. La mayoría de ellos están redactados en arameo, si bien algunos lo están en hebreo y hasta en griego.

Comprenden libros del Antiguo Testamento, comentarios, oraciones, calendarios y normas de la comunidad esenia.

FRANCISCO DE OLEZA LE SENNE: LOS MANUSCRITOS DEL MAR MUERTO [LA TABLA REDONDA, TVE (DEBATE)]

 




Debate sobre los manuscritos del Mar Muerto dirigido por Francisco de Oleza Le Senne a lo largo de dos retransmisiones diferentes, que cuenta con los siguientes participantes: Florentino García Martínez, Félix Gracia Plou, Hartmut Stegman, Julio Trebolle Barrera y Luis Vegas Montaner, Abel Posse, Fernando Sánchez Dragó y Mario Norberto Satz Tetelbaum.

Los esenios eran una secta judía de ideología teológica farisea (en oposición a los saduceos, si bien hay quien los identifica con estos) que vivían aislados en el mayor estado de pureza ritual posible, a la espera del final de los tiempos y la instauración del Reino de Yahvé. Su existencia fue acreditada por autores como Flavio Josefo o Plinio el Viejo. El descubrimiento de los manuscritos del Mar Muerto en el Qumrán acontecido en 1947, confirman arqueológicamente y amplían notablemente nuestros conocimientos sobre su existencia y su modo de vida. Se trata de un conjunto de manuscritos de diferente tipo datados entre los siglos III a. de C. y I d. de C. La mayoría de ellos están redactados en arameo, si bien algunos lo están en hebreo y hasta en griego.

Comprenden libros del Antiguo Testamento, comentarios, oraciones, calendarios y normas de la comunidad esenia.

onsdag 11 oktober 2023

EUGENIO GÓMEZ SEGURA-MERCEDES LÓPEZ SALVA: "HIJOS DE YAHVÉ. UNA ARQUEOLOGÍA DE JESÚS Y SAN PABLO" Y "EN LOS ALBORES DEL CRISTIANISMO" [LIBROS-PRESENTACIÓN]

 


Sesión de presentación de los libros:


 - En los albores del cristianismo, editado por Mercedes
López Salva.


 - Hijos de Yahvé. Una arqueología de Jesús a Pablo. Obra de Eugenio Gómez Segura.
 

Con la participación de:


 – Emilio Crespo (Catedrático de Filología Griega de la Universidad Autónoma de Madrid. Director de la Fundación Pastor).

 – Pilar González Serrano (Profesora Titular de Arqueología, Universidad Complutense de Madrid).

 – Vicente Cristobal (Catedrático de Filología Latina, Universidad Complutense de Madrid).

 – Cayetana Johnson (Arqueóloga, Profesora titular de Filología hebrea, Universidad Eclesiástica de San Dámaso).

 – Eugenio Gómez Segura, (doctor en Filología Clásica).

 – Mercedes López Salvá, (editora de En los albores del cristianismo: catedrática de Filología Griega de la Universidad Complutense).

 – Francisco Hernanz, (director de Editorial Dilema).


Comentario del Dr. Antonio Piñero (Blog "Cristianismo e historia. Tendencias 21)


Escribe Antonio Piñero (22-04-22)

 
Entre los días 15, viernes / 18 lunes de Abril de este año ha presentado Eugenio Gómez Segura en este medio una resumen y reconstrucción de los últimos días de Jesús de Nazaret en los que el autor ponía de relieve ciertas incongruencias e incorrecciones temporales que hay en la información que proporcionan los cuatro evangelios canónicos sobre los últimos días en libertad y el proceso penal a Jesús de Nazaret.
 
Yo ya había leído su libro. Pero a propósito de la publicación por su parte esta postal, lo he vuelto a releer otra vez y he redactado una breve reseña que voy a enviar a la revista “Ilu”, portavoz del “Instituto de ciencias de las religiones” de mi universidad, la Complutense de Madrid. Esta relectura me ha ofrecido la posibilidad de reflexionar más detenidamente sobre algunas exégesis, explicaciones, de textos difíciles de los evangelios o de temas nucleares de la predicación de Jesús que me han parecido novedosos e interesantes. Y del mismo modo que he comentado (y con el tiempo seguiré con esta tarea) el libro de Santiago Guijarro sobre los Cuatro Evangelios, de la editorial Sígueme, así quiero hacer con el libro de Gómez Segura, puesto que me parecen dignos de comentario, o a veces de respetuosa y sana crítica.

 
Ya en la Introducción comenta Gómez Segura la incoherencia de algunos exegetas respecto a la cuestión, para algunos candentes de la virginidad perpetua de María, lo cual excluye el hecho de que Jesús pudiera haber tenido verdaderos hermanos carnales, como parece que dan a entender diversos textos del Nuevo Testamento,  entre los que destacan Marcos 6,1-3 y su paralelo de Mt13,54. Ceo que es conocida la solución que estableció, hasta hoy día para muchos, Jerónimo de Estridón, san Jerónimo hacia el 383 en una dura réplica a un teólogo poco conocido, Helvidio, que mantenía que María, después de tener a Jesús de un modo maravilloso y virginal, había tenido con José otros hijos de un modo “normal”.
 
Afirma Gómez Segura al respecto: “Las razones que habitualmente se aducen para explicar por qué quien no tuvo hermanos (Jesús) sí los tuvo (como dice Marcos) suelen ser lingüísticas, en este caso la referencia a un idioma, el arameo, que traducido al griego de la época habría provocado un error de concepto: el arameo no dispondría de palabra similar (a “primo”) en cuanto al uso y significado para “hermano” (en griego adelphós que es estrictamente hermano porque procede del mismo útero), y que con ese término aludiría tanto a los hermanos de sangre como a los parientes cercanos (por ejemplo, “primos”). Se trataría, en definitiva, de un problema de traducción entre el arameo y el griego. También se aduce que el supuesto error de traducción del arameo al griego se debería al hecho de que se describía un ambiente semítico y que ese ambiente es lo que debe primar al interpretar esta dificultad” (p. 14).
 
Y lo importante según Gómez Segura, es  que quienes argumentan lingüísticamente (diferencia entre griego y arameo) y con atención al contexto (los evangelios están escritos en griego, pero su contexto es semítico, en concreto arameo) para defender que “los hermanos y hermanas” de Marcos y Mateo son en realidad “primos”, no son consecuentes y no emplean el mismo argumento lingüístico y contextual con otro pasaje del Nuevo Testamento en concreto de Pablo, quien dice expresamente, en Gálatas 1,19, que cuando estuvo en Jerusalén visitando a Pedro no vio ninguna persona importante más (algún otro de los once apóstoles directos de Jesús) sino a “Jacobo /Santiago el hermano del Señor y emplea el mismo vocablo “adelphós”.
 
Pues bien, Pablo de lengua materna griega y de educación tanto griega como judía, tendría que saber perfectamente a qué se refería, pues Gálatas está compuesta en griegos y para hablantes griegos. Además, el nombre de Jacobo aparece tanto en Marcos como en Mateo como hermano de Jesús. Por  tanto, lo más natural es pensar que Jesús tuvo hermanos y hermanas. Y concluye Gómez Segura que la afirmación de que Jesús tuvo realmente hermanos / hermanas en un razonamiento lingüístico y cultural, por lo que “es necesario, ante posibles opiniones contrarias a ésta, añadir que pensar que Jesús tuvo hermanos y hermanas no es un prejuicio sino una deducción”.
 
Nada hay por sí mismo en esta deducción en contra de una opinión tradicional  ánimo alguno de provocar, sino simplemente el empleo de los mismos instrumentos lingüísticos y culturales para llegar a otra afirmación… la cual, por cierto, está totalmente de acuerdo con el sentir general de la Iglesia antigua que hasta la época de san Jerónimo solo afirmaba que el nacimiento del héroe Jesús, el Mesías, había sido totalmente prodigioso, pero ¡no el de sus hermanos!
 
Así pues, creo que es este un buen ejemplo de un modo de proceder consecuente en el terreno de la exégesis.
 
Saludos cordiales de Antonio Piñero

 


måndag 9 oktober 2023

ANTONIO PIÑERO: EL ÉXITO CLAMOROSO DE PABLO DE TARSO [CONFERENCIA]

 




Antonio Duato, 07-febrero-2012

Resumen-transcripción de la conferencia por Javier Renobales

El rico debate que ha seguido a la publicación, los dos martes anteriores, del relato de Héctor Rodríguez Fariña creo que muy bien podría continuar con el comentario a la conferencia de Antonio Piñero que Javier Renobales enlazó en el Muro de ATRIO, con el excitante título de El clamoroso éxito de Pablo. (Pinchar en el título para abrir el Blog del conferenciante: allí, además de poder cer el vídeo de la conferencia, se puede leer su curriculum y mucha informnación sobre su obra).

Puedo decir que yo la he escuchado en su integridad (casi dos horas). Recomiendo a todo el hacerlo. Es un tiempo muy bien empleado. Si hubiese estado en San Lúcar de Barrameda ese 13 de octubre de 2011 no me la hubiera perdido. Es una suerte poder asistir ahora con calma (y mejor con un cuaderno para tomar notas), a la hora que más nos convenga, a esa conferencia ahí disponible a través de los medios modernos.

Pero, para quien ande apresurado, pongo aquí este pequeño resumen que será sustituido por uno mejor que alguien está preparando.

En primer lugar hay que decir que Piñero habla siempre con respeto del inicio del cristianismo, aunque desde el enfoque de historiador y crítico de los textos, agnóstico pero no ateo militante, más lleno de preguntas que de respuestas. Él parte de la existencia real de Jesús de Nazaret, la más probable hipótesis para justificar la enorme literatura y variadas interpretaciones (re-pensamientos) que surgieron sobre la figura de Jesús. Según él, la de Pablo fue, entre otras muchas del inicio, la única que ha persistido. Y él se pregunta cómo fue posible que tuviera tal éxito en el mundo del siglo I, el mundo romano.

Tras analizar ese triunfo por goleada (los documentos que entran en el Canon son todos los que pueden encajar con el re-pensamiento que Pablo hace de Jesús y las comunidades que resisten a la persecución y serán después oficializadas son las que tienen las estructuras de las paulinas), él explica el resultado tomando el símil (insiste que es un símil que no refleja la intencionalidad de Pabló que intuyó pero no planificó) como una gran operación de marketing.

En el imperio había muchos ciudadanos romanos atraídos por el monoteísmo del judaísmo, más de los realmente conversos, sobre todo entre los hombres. Pero había sobre todo una gran demanda de doctrinas y ritos de salvación. Pablo acertó a presentar su producto (la doctrina y la figura de Jesús muerto y resucitado) como la culminación del judaísmo y como una religión de salvación para un fin del mundo que preveía inminente al principio.

Después de perderse el horizonte escatológico, el cristianismo paulino persistió porque ofrecía, en síntesis, estas características:

·       la trasmisión de una jerarquía a partir del encargo de Jesús y trasmitida por sus apóstoles a obispos, presbíteros y diáconos por sucesiva imposición de manos.

·       el control de la doctrina por la referencia a unos documentos que conservan exclusivamente la autoridad de ser palabra de Dios y que solo son interpretados válidamente por los responsables.

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Tras este análisis del primitivo cristianismo, yo me preguntaba:

 




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lördag 7 oktober 2023

ANTONIO PIÑERO: EL CONCILIO DE NICEA, ARRIANISMO Y MODALISMO [GABRIEL ANDRADE, ENTREVISTA]

 


Gabriel Andrade conversa con Antonio Piñero sobre Arrio y el Concilio de Nicea (325), entre otros. 

Apuntes sobre la entrevista.

Según el Dr. Antonio Piñero, cabe desmentir ciertos mitos extendidos como que las actas de este concilio desaparecienron, cuando en realidad no se redactó documento alguno excepto una declaración final que es el Credo de Nicea; o que allí se estableció el canon neotestamentario (Voltaire). El objeto del Concilio de Nicea fue establecer la naturaleza de Cristo. Así, los Arrianos sostenían que Jesús era hijo de Dios, pero en ningún caso el propio Dios. Era hijo de Dios, en un momento dado, divinizado por el padre, por lo que incluso, en un momento intelectual antes de los siglos, no habría existido. Ello afecta notablemente a la comprensión de Jesús y su percepción y posibilidad de ser imitado por los seres humanos. 

Esta disputa tiene su origen en las distintas imágenes que proyectan los escritos neotestamentarios. El concilio fue convocado por el emperador Constantino en 325 con la finalidad de unificar criterios entre los cristianos a fin de dar estabilidad al imperio romano. 

Las doctrinas de Arrio fueron confrontadas por el patriarca de Alejandría Alejandro y su discípulo Atanasio, Se llega al concilio porque la Iglesia, como rama que era del judaismo, parte de una confusión mental grande y es que nunca jamás en el judaismo ni el judeocristianismo, ni los primeros cristianos, se habían planteado que Jesús, al mismo tiempo que ser humano, pudiera ser un ser divino. Las soluciones a tal cuestión son difusas, considerando que Dios no es un ente monolítico sino que se manifiesta a través de su palabra y también del Mesías. Así, mientras que los judíos consideran a Dios como un ente fijo y apartado, los cristianos (tanto judeocristianos como paulinos como arrianos) consideran que en su actuación se prolonga hasta el punto de asumir naturaleza humana.

En este proceso, Orígenes de Alejandría (124-253) juega un papel importante por la influencia ejercida sobre Arrio (250/256-336). En palabras de Roger Haight (1936), Dios Padre es transcendente e incognoscible e incomprensible, mientras que el Hijo puede ser conocido, intermediando sus cualidades un conocimiento de las propiedades del Padre por los seres humanos. Arrio aplicó la doctrina de Orígenes en el sentido de que Dios es absolutamente trascendente, de lo que se deriva que no admite otra entidad alguna igual a sí mismo. Por esta razón, no puede aceptarse que el Hijo y el Espíritu sean de la misma naturaleza que el padre. La imposibilidad de explicar y comprender tales argumentos con categorías filosóficas determinó que la Trinidad fuese considerada un misterio, lo que deviene a su vez, un verdadero dogma.

En el Concilio de Nicea triunfó la postura de los católicos ortodoxos en el sentido que el Hijo no tiene principio alguno, no fue creado por el padre, sino engendrado (según Plotino algo más sublime que lo simplemente creado -categoría en principio reservada para los seres humanos, lo que es equívoco, y propio de los seres divinos, mientras que los seres meramente humanos son capaces de generar criaturas, seres meramente humanas-); en todo caso, al igual que el Padre, prexistente y eterno, de la misma naturaleza o esencia que Este; y que la naturaleza del Hijo es absolutamente divina. Según la Iglesia, tales conclusiones habrían sido inspiradas por el Espíritu Santo (Así, desde Pentecostés).

En cualquier caso, en el siglo IV la consideración de Jesús como Dios estaba ampliamente extendida y en general, era indiscutible. Cabe decir que se trata de consideraciones fílosóficas típicas de los siglos III y IV. Para los creyentes, únicamente cabe creer tales dogmas, habiendo de renunciar a su comprensión.

Por su parte, el modalismo es una doctrina que puede aplicarse a la elaboración de estas doctrinas otorgándoles una mayor posibilidad de ofrecer una categoría más racional que fue, sin embargo rechazada y condenada por la Iglesia. Estas posturas, en principio tan ininteligibles, encontraron sin embargo, un gran apoyo (únicamente Arrio, Eusebio de Cesárea y quizás, de Eusebio de Nicodemia se opusieron), sin que se sepa exactamente la razón de la misma. Quizás pudiera haber habido cierta presión política por parte del emperador en aras de una mayor unidad política entre oriente y occidente. Se trata de una conjetura que tiene, sin embargo, relevancia histórica.

De todas formas, los sucesores Constantino fueron arrianos y el Concilio de Nicea no fue el punto final de esta disputa, habiendo de ser la doctrina trinitaria aclarada y reforzada en el Concilio de Calcedonia (451).


Otras aportaciones del Profesor Antonio Piñero sobre el Concilio de Nicea:


El canon del Nuevo Testamento no se estableció en Nicea (2014)

La corrupción temprana del cristianismo (2014)

Los cristianismos derrotados 




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tisdag 3 oktober 2023

JAVIER ALONSO: LA RESURRECCIÓN DE JESÚS [GABRIEL ANDRADE, ENTREVISTA]

 


Según Javier Alonso, la resurrección no es admisible desde un punto de vista científico. A partir de este postulado cabe preguntarse por la razón de esta creencia por parte de los discípulos de Jesús de Nazareth.

Quizás, el fundamento último resida en el hecho de que su cuerpo nunca habría sido encontrado, lo que les habría impedido iniciar la fase de duelo y la consiguiente asimilación de la pérdida. A ello cabe añadirle el trauma que supuso para sus seguidores saber que su líder había muerto en la cruz de forma infamante, lo que supuso el inesperado y abrupto fracaso de su misión. Ello habría generado, a su vez, una falta de aceptación de la evidencia, exacerbada quizás, por el sentido de culpabilidad derivado del hecho de haberlo abandonado a su suerte ante la reacción del poder romano.

En este sentido, el hecho desencadenante de este proceso en la formación de la creencia en la resurrección del Maestro acaso fuese la inestabilidad emocional de María Magdalena (de la que había expulsado siete demonios), personaje cercano a Jesús y que interiorizaría su muerte de forma particularmente íntima. Ella habría manifestado a los demás discípulos su percepción y convencimiento de que Jesús estaba de nuevo entre ellos. En este proceso, el fenómeno psicológico de la disonancia cognoscitiva habría jugado un papel muy importante.

Javier Alonso, autor del libro La Resurrección. De hombre a Dios (Arzalia) expone y  analiza estos argumentos en una interesante entrevista servida por Gabriel Andrade.


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