EUGENIO GÓMEZ SEGURA: LA RESURRECCIÓN EN LA BIBLIA [CARLA DÍAZ (ENTREVISTA)]
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“Ser despertado y levantarse”,
eso es lo que Pablo y el primer cristianismo expusieron como descripción de que
un difunto volvía a la vida. Y, para acabar de entender la resurrección, al
menos básicamente, es necesario atender a quién resucita, quién vuelve a la
vida.
Hoy escribe Eugenio Gómez Segura.
En 1 Tes 4 y 1 Cor 15 encontramos varios pasajes que desvelan, aun con sus
dificultades de expresión, bastantes detalles sobre la idea que Pablo de Tarso,
judío de la escuela farisea, pudo difundir sobre la vuelta a la vida de los
difuntos (o “dormidos”). Si en 1 Tes 4 el motivo de la aclaración del de Tarso
era asegurar que, tras morir, hay nueva vida en el mundo para quienes se unan
al pueblo de Yahvé, en 1 Cor 15 las explicaciones parecen contrarrestar dudas
no ya intuitivas sino razonadas. En efecto, el tenor de 1 Tes 4 parece más bien
una aclaración a quienes no acaban de vislumbrar la posibilidad de que un
esqueleto vuelva a tener carne, tendones, vísceras, vida “animal o animada”. El
de 1 Cor 15 parece más bien ser la argumentación que se opone a otra
argumentación, es decir, un acto de “filosofía”.
Con eso en mente, se puede reflexionar sobre el cariz de cada pasaje. 1 Tes
4 presenta sólo una exposición de la doctrina: “Jesús murió y se levantó… del
mismo modo… los dormidos”. La divinidad llevará el caso a su término. En 1 Cor
15, en cambio, la argumentación exige ejemplos, lo que obliga a detallar más:
hay que comparar a Adán con Jesús, pues ambos inician una creación, la primera
el primero, la segunda el segundo. Ambos son la marca definitoria del carácter
de cada una de las creaciones: la primera, que no atendió al espíritu de la
voluntad de la divinidad manifestada en los diversos artículos de la Ley que
Yahvé se vio obligado a promulgar; la segunda, que sí atenderá al espíritu de
esa Ley universal que está detrás del comportamiento deseado por Yahvé.
Y el caso es que ambos textos se entienden correctamente sólo si los
contemplamos desde un punto de vista meramente humano: tanto Jesús como los
dormidos experimentan el proceso de pasar de dormidos a levantados gracias a la
acción de Yahvé (1 Tes 4, 14: “pues si creemos que Jesús murió y se
levantó, del mismo modo la divinidad llevará
también consigo por medio de Jesús a los ya dormidos”. Los ejemplos que aporta
Pablo en 1 Cor 15, Adán y Jesús, sólo son iguales, sólo son equivalentes, si
ambos son humanos, si ambos parten de las mismas condiciones a la hora de
atenerse al espíritu de la Ley / Voluntad de Yahvé.
De aquí se puede deducir que, para Pablo, Jesús volvió a la vida porque era
humano, no dios. Por eso, también, en Gal y Rom pudo ser comparado con Abrahán,
con otro humano: su comportamiento fue ejemplar a ojos de Pablo porque demostró
que un humano podía atenerse a lo designado por Yahvé. Rom 6, 4-11 vuelve a
utilizar un vocabulario que refleja la igualdad: “sepultados con él”, “al igual
que el Ungido fue despertado”, “así también nosotros”, “injertados con él en
una muerte semejante a la suya”, etc.
Por tanto, para Pablo, judío de formación farisea, el proceso de la
resurrección presenta dos facetas: una, que hay que ser humano para
experimentarla (hay que ser mortal para morirse), y eso incluye a Jesús el
galileo entre los mortales; otra, que la divinidad desencadena el proceso que
acaba en el volver a levantarse como muestra de que huesos con músculos y
tendones vuelven a actuar según la vida animada mortal.
Pero quizá no fue esto mismo lo que pensó pocos años después el
cristianismo.
Saludos cordiales.
Dejo un enlace a una entrevista que me hizo Carla Díaz para su canal Investigando
la historia . Durante algunos minutos trato este tema.
https://www.youtube.com/watch?v=6cHllTcyKW0
Lunes, 27 de
Junio 2022
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